Más allá de las palabras.
- Lii.
- 25 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Siempre que veo a Jesús amando, descubro que en esos escenarios siempre había alguien con una necesidad presente. El momento culmine de su vida, fue ante la necesidad más grande de la humanidad, y la cruz fue el escenario ideal para que todas sus palabras de amor se demostraran a través de una acción.
¿Un amor que responde ante una necesidad? ¡Por supuesto! Si amar no nos invita a accionar, entonces no estamos amando como Jesús lo hace.
En una ocasión, contó una parabola hacerca de esto:
Lucas 10:29-36, NVI, Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús respondió:
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
Siempre que he leído esta parábola,—probablemente también te ha pasado a ti; he creido que Jesús centró la historia en los tres hombres, pero cuando la leía en esta ocasión, veo que lo que provoca la historia fue la pregunta: ‘’¿Quién es mi prójimo?’’, y Jesús concentró toda Su atención «en un solo hombre que tenía necesidad», y cambió la pregunta: “¿De quién puedo ser prójimo?”
El samaritano fue el prójimo de aquel necesitado. Jesús no nos lleva a identificar quién es nuestro prójimo, sino de quién podemos ser prójimo.
Comienza tus dias preguntando ''¿de quién puedo ser projimo hoy?'' y estoy segura que Dios va a responderte; te mostrara los escenarios de necesidad de todos los que te rodean para que acciones en amor.

Cuando lees Lucas 7, te das cuenta que Jesús fue el prójimo de una viuda. Él acababa de sanar al sirviente de un oficial romano muy respetado. Y ahora estaban camino a otra ciudad, llamada Naín. Cuando llegaron a la entrada de la ciudad, vieron pasar un funeral.
Los entierros son, generalmente, ocasiones muy tristes, pero éste en particular, era más triste todavía. Una madre acababa de perder a su hijo. ¡Su único hijo! No solo eso, ella era viuda también. Sin esposo y sin hijo, su futuro se veía muy negro.
Lucas 7:13-14, Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:
—No llores.
14 en seguida se acercó y tocó la camilla, y los que la llevaban se detuvieron. Jesús le dijo al muerto:
—Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
Es muy interesante notar, que esta viuda no dice ni media palabra en esta historia. No le habla a Jesús, ni les habla a Sus discípulos. ¡No pide nada! Y a pesar de todo, Jesús tuvo compasión de ella. Tal y como en la historia del buen samaritano: el hombre herido, estaba como muerto, en dolor, él no pidió ayuda y aún así encontró compasión.
Pero Jesús, no solo se compadeció de ella. ¡Él hizo algo al respecto! —sin siquiera preguntar nada. Ella estaba tan enfrascada en su dolor, que ni siquiera se dio cuenta que Jesús estaba ahí. Eso es lo impresionante, Jesús estaba presente, pero su dolor no le permitió verle ni pedirle ayuda.
Tenemos que ver a nuestro alrededor, y ver con los ojos de Jesús, a aquellos que están encerrados en su situación, de dolor, de quebranto, de debilidades, de luchas y que aún así no han pedido ayuda.
¡Jesús nos revela un amor de manera activa! Amar más allá de las palabras, debe ser nuestra prioridad.
¿Cuál fue la última acción donde le demostraste a alguien que es amado por el Padre?
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