top of page

Se fue.

  • Lii Claros
  • 29 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Este es un escrito para todos aquellos que han vivido una o mas de una despedida en su vida.

Para los que la idea de «empezar de nuevo» y «abrir la puertas y las ventanas del corazón» –luego de un adiós– ha sido desafiante.

Para los que se quedaron en un lugar, una relación o un proyecto de vida; creyendo que por resistir, las cosas funcionarian, pero la realidad es que se quedaron solos –sosteniendo lo insostenible– porque la otra persona o las otras personas ya no estaban más: ausentes, aún cuando las tenían a su par.


Para ti, que en algún momento has dicho: «Se fue».

Se fue un sueño, una esperanza, un milagro, las ganas de vivir, las razones para volver a creer, confiar y amar.

Se fue la paz, el gozo, el reír a carcajadas, la fe. Se fue el tiempo: los años y la vida misma.

Se fue él. Se fue ella. Se fue un padre, una mama, un hermano/a, un familiar. Se fue un amigo/a.

Se fue el deseo de buscar a Dios, de servirle, de creerle a sus promesas, de permanecer en él.


Para ti que has estado rodeado de una constante «despedida», has desistido y te has cerrado a lo que esta por venir, por la razón de que temes a que no llegue o que si llega también vas a perderlo.


Quiero contarte algo que recordé esta semana, mientras se la compartía a alguien a quien amo y admiro mucho.

Los truenos –eran mi gran temor en los días de lluvia cuando yo era una niña. Mi mamá lo sabía. Cada vez que se escuchaba uno, ella me contaba una historia: ''¿Recuerdas que tenemos una casa en el cielo? estoy segura que Dios debe estar moviendo algún mueble. Por eso escuchas ese sonido. No hay nada de que preocuparse. Quiere una casa bonita para nosotros''. Su perspectiva cambiaba la mía. El sonido de aquellos truenos ya no los escuchaba desde el temor. Sus palabras me daban paz, más porque me hacia ver a Dios en completo control.


Pienso en truenos, rayos y relámpagos para lo que quiero compartirte hoy, porque estos tres tienen algo en comun, son efímeros: duran poco o breve tiempo, son pasajeros y fugaces. Si, justo como las despedidas... eso que un día solo se fue.

¿Cual es la perspectiva de Dios ante lo «efímero»? En definitiva no encaja en lo que es pasajero, breve o fugaz. Su naturaleza es lo eterno, lo duradero, constante y perpetuo.


Isaias 54:10, TLA, Las montañas podrán cambiar de lugar, los cerros podrán venirse abajo, pero mi amor por ti no cambiará. Siempre estaré a tu lado y juntos viviremos en paz. Te juro que tendré compasión de ti.


Dios no nos dice «adiós». No se «despide» de nosotros. No nos ama un día y al otro no. No se queda un día y al otro no.

Él se queda. Él permanece fiel. Él no cambia. –¡esto incrementa mi fe y esperanza!


En la vida, no mereces menos que ese mismo nivel de compromiso de amor. Y los que tienes a tu alrededor, no merecen menos de ti, en ese compromiso de amor. Es la única forma en la que la eternidad se hace presente en nuestra humanidad: que Dios verdaderamente esté.


Para los adiós que hemos dicho, lo veas ahora o no, son un ''hola'' a lo duradero que Dios trae.

Nada que es pasajero es digno de quedarse. Lo nuestro, es lo eterno.


Eclesiastés 3:11, Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos...

¡Te abrazo y que Su paz te abrace hoy!

コメント


  • White Facebook Icon
  • White Instagram Icon
  • White Twitter Icon

© 2023 by Fashion Diva. Proudly created with Wix.com

bottom of page