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Lágrima en el hombro...

  • Lii.
  • 1 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Es curioso que, ya sea que sintamos un profundo dolor o una profunda alegría, se evidencie de manera muy similar: lágrimas.

Para ambos casos, contar con la compañía de alguien también genera una experiencia muy especial.


Estos días he pensado mucho, en las veces que dejé una lágrima en el hombro de alguien –y no solo físicamente, hay quienes son un hombro estando a kilómetros de distancia. Son momentos del tiempo que no olvidas.

No olvidamos el abrazo que sonrió con nosotros mientras celebrábamos la vida y mucho menos, olvidamos el abrazo que nos desenredó

los nudos en la garganta.

Mientras pensaba en esto, Dios me hacia ver la multiformes veces en las que El nos hace notar sus «estoy aquí, estoy contigo» a través de otros. La buena noticia es que todos, en algún punto de nuestra vida, hemos sido usados por Dios, para ser el hombro donde una lágrima se siembre. ¿Acaso no es una sensación hermosa –el saber que para alguien, tú fuiste un «Dios esta aquí»?


Ojala entendiéramos que siempre se trató de «entregar - dar». (Hechos 20:35)

Dios lo hizo desde el principio. Nos creó a su imagen y semejanza –dándonos todo de el.

Nos entregó todo, de hecho nos lo confió en totalidad.

Y aun, cuando le dimos razones para que El dejara de ser generoso con nosotros, no nos escatimó nada.

Siguió entregándose. Siguió dándose a la humanidad. Sigue haciéndolo.


Esto explica porqué estamos aquí, en la vida de otros. Porqué ellos están aquí, para nuestra vida. Es un constante «dar». Cada vez que somos el hombro de alguien, estamos siendo el medio, por el cual Dios se da. Nos parecemos más a él –a nuestro diseño original.


''¿Qué puedo dar yo a otros?'' –puedes cuestionarte. Es lo interesante, no debes darte a ti, damos a Dios; les mostramos el camino hacia él. ¿No fue lo que hizo Jesús? El vino a mostrarnos el camino al Padre, nunca se trató de él como persona, siempre se trató de su Padre.

Quizás entraste a este blog, y pensaste, que en este momento lo que tu necesitabas es un hombro.

No se cúal es el motivo de tus lágrimas –dolor o alegría–, Hoy quiero ser ese hombro para ti:

Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. (Salmos 126:5, NTV)

Hay varias cosas interesantes aquí: todo lo que siembres con lágrimas, produce semillas: algunas semillas producen flores, otras producen árboles y otras producen plantas que dan frutos. Las semillas producen jardines, huertos, bosques... vida. ¡Solo piensa en todas las semillas que estas sembrando!

¡Y esto se pone mejor!... no especifica si las lágrimas deben ser de dolor o de felicidad, pero si asegura, que solo el hecho de que sean lágrimas, ¡son valiosas! para una cosecha que al final te producirá alegria.

Apocalipsis 21:4, NTV, Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor.

Todas esas cosas ya no existirán más.

¿Un día en el que ya no habrán mas lágrimas? ¿puedes creer eso? y es que para entonces, todas las flores que debían salir de ti, estarán completas. Un jardín totalmente listo: el crecimiento, la madurez, la plenitud y la vida habrán sido la cosecha de alegría por fin cumplida.

Esto no es para minimizar tu dolor –en caso que sea este el motivo de tus lágrimas; es para darte esperanza.

Por los momentos, quiero recordarte que: Dios esta aquí, y quiere escucharte: siembra tus lágrimas en él.

Estamos aquí, para ti, siembra tus lágrimas en nuestro hombro.

¡Eres tan amado por El! ¡Eres tan amada por El!

Pd: Agradezcamos los hombros que han estado con nosotros. Seamos el hombro de otros: es tiempo de dar.

¡Te abrazo!

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