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Decisiones.

  • Lii.
  • 7 jun 2018
  • 2 Min. de lectura

¡Que bien se siente volver a escribir! ¡extrañe esto!. Así que ¡gracias por leer hoy conmigo!

Me ausenté tres semanas, debido a que tuve problemas con mi computadora. Me solicitaba una actualización de Windows y yo la verdad, solo tomé la decisión de dar clic en «aceptar» sin leer realmente el mensaje completo —como cuando aparece el típico ''he leído y acepto los términos y condiciones de uso'' que en realidad nadie lee. Jamás imaginé que esa sencilla decisión me causaría problemas.


En resumen, la nueva actualización de Windows 10 tiene defectos, no en todos los usuarios, pero fui elegida como tributo —¡ni mas ni menos estilo ''Hunger Games''!. Me apareció una pantalla azul, —yo no soy experta pero todos sabemos que cuando aparece una pantalla inusual es que hay problemas. La llevé con un profesional, la tuvo una semana, la diagnosticó y tuvo muy malas noticias para mi: ''Esto y esto sucedió en el sistema, he hecho todo lo posible para entrar a tu usuario y recuperar todo, pero no me lo permite, solo nos queda «formatear la computadora» e instalare el Windows de nuevo''.


Al escuchar eso, yo sentí que algo moría dentro de mi. Tenía tanta cosas valiosas en ella: proyectos universitarios, otros proyectos y diseños (mi portafolio, soy arquitecta), los escritos del blog, predicaciones que he realizado desde el 2016 hasta hoy... y la lista continua. Todo, simplemente perdido. Recibí mi computadora el domingo, sin nada en ella y esto me llevo a escribir el post de hoy.

¡Cuan importante son las decisiones que tomamos a diario en la vida! Por mas pequeñas que sean, siempre tienen su causa y efecto. A veces pareciera que vivimos dando ''acepto'' a todo sin leer detenidamente las advertencias del mensaje. Quién no ha perdido su familia, una relación de pareja, un amigo, una oportunidad o la vida misma por el simple hecho de tomar decisiones sin pensar, guiados por sus propios impulsos o deseos y todavía más lamentable: sin involucrar a Dios.

La clave para tomar buenas decisiones es involucrar a Dios en ellas, y no solo es que ''le cuentes'' y termines haciendo lo que tu quieras, sino que le des ''aceptar'' a sus términos, ''Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto, daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado, como una corriente de agua. -Isaías 58:11, Tla''. Para que El te guie, significa que tu eres segundo y El es primero.

Recuperarse de las malas decisiones, lleva trabajo. Yo recupere mi computadora, pero el valor de lo que perdí fue grande. Debo iniciar de cero. Lo mismo es cuando nos equivocamos, queremos que todo quede como estaba antes, pero no funciona así —causa y efecto— ¿ves la importancia de esto?. ¡Por favor! no te quedes en las malas decisiones que has tomado, aprende de ellas y conviértete en el segundo en tu vida. Dios necesita ser el primero y verás mejores resultados.


¡Te bendigo y te abrazo!



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